Hemos destrozado el mundo y no sabemos qué hacer con los pedazos.
Por suerte, o por desgracia, somos criaturas rutinarias. Nos sentimos atraídos a la
seguridad y confort de lo familiar. ¿Pero qué ocurre cuando lo familiar
deja de ser seguro? ¿Cuando el miedo que hemos estado evitando llama a
nuestra puerta?
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