domingo, 19 de agosto de 2012

Pero... se muere.

Un viejo se muere.
No estoy gritando. Solo digo que un viejo se muere.
¿Y qué?
Mi amigo no deja de tomar el café.
El viejo está a nuestro lado y se muere.
Mi amigo adora el café, siempre le hace reverencias, así que el viejo le importa más bien poco, o menos que nada, cero absoluto.
Mi amigo está mejor que nunca, el café lo mantiene con vida.
De repente estornudo. Más vida para mí.
Ya está muerto. Aunque tiene los ojos abiertos, está muerto. Aunque me dice adiós y me sonríe, está muerto. Aunque el nieto le dice "abuelito, te quiero mucho", está muerto. MUERTO.
¡Eh, tú, que estás muerto!
Mi amigo me dice que deje de gritar, que pidamos otro café, que deje en paz al viejo.
Es que está muerto, le digo.
¿Y qué?

No hay comentarios: