sábado, 15 de diciembre de 2012

Monstruos

Las casas iban desapareciendo, una a una, desde la colina hasta la zona más baja de ella. Farolas, árboles, carreteras, desaparecían con ellas. Iván miraba desde la ventana esperando el turno de la suya. Poco a poco, se perdía el rasto de las personas. Y así, cada mañana, la niebla se comía la ciudad.